Derrotado Napoleón, y con él la Revolución Francesa, las potencias europeas vencedoras procedieron a tratar de restaurar el orden político y territorial que existía en Europa antes de la Revolución. Este proceso y este período se conocen con el nombre de la Restauración. En líneas generales, la Restauración supuso:
- Volver a imponer el Antiguo Régimen en todos los territorios europeos. Esto quiere decir que se restauró la monarquía absoluta y la sociedad estamental.
- Establecer un equilibrio territorial entre las principales potencias europeas para que ninguna destacara mucho sobre las otras.
- Imponer medidas de control y de represión para que las ideas liberales propagadas por la Revolución Francesa no pudieran difundirse.
Aunque el retorno al Antiguo Régimen era ya complicado, porque los pueblos de Europa se habían impregnado de las ideas liberales de la Revolución Francesa, durante 15 años los principales reyes absolutistas mantuvieron el control de la situación, apoyándose en un tratado de paz que regulaba las relaciones internacionales (suscrito en el Congreso de Viena de 1814 y renovado varias veces) y en una alianza militar de apoyo mutuo contra los intentos revolucionarios: la Santa Alianza. Una Europa organizada por las potencias absolutistas. El congreso de Viena.
El sistema de la Restauración se organizó en el Congreso de Viena, una reunión en la que los embajadores de los países vencedores de Napoleón se pusieron de acuerdo para sentar las bases del nuevo orden internacional. Los aspectos más destacados que se
acordaron en el Congreso de Viena fueron:
- La restauración en sus tronos de las monarquías legítimas que habían sido destronadas por la Revolución Francesa y Napoleón. En caso de haber fallecido los reyes depuestos, se pondría en el trono a sus herederos legítimos. Por este acuerdo la dinastía de los Borbones volvió al trono en Francia (con Luis XVIII, hermano de Luis XVI, ejecutado durante la Revolución) y en España (con Fernando VII, hijo de Carlos IV, a quien Napoleón arrebató el trono de España).
- El poder de los monarcas sería absolutista, como antes de la Revolución. Y si algún monarca tuviera problemas en su país para mantener el gobierno absolutista, el resto de reyes le apoyarían de forma inmediata.
- El mapa de Europa se intentó devolver al estado anterior a las guerras napoleónicas, deshaciendo algunos países que habían nacido bajo la protección de Napoleón (como Italia y la Confederación del Rhin) y despojando a Francia de todos los territorios que había conquistado a sus vecinos. Bueno, y ya de paso de algunos más. En general, las potencias vencedoras intentaron establecer un equilibrio territorial entre ellas para que ninguna destacara por encima de las otras y tuviera la tentación de intentar imponerse al resto de Europa, como había hecho Francia con Napoleón.
Para afianzar los acuerdos del Congreso de Viena, los principales reyes absolutistas de Europa firmaron una alianza militar, llamada la Santa Alianza. Los monarcas de Austria, Rusia y Prusia, fueron los impulsores, aunque luego fueron sumándose otros monarcas absolutistas, como Luis XVIII de Francia y Fernando VII de España. Todos éstos se consideraban a sí mismos reyes por la Gracia de Dios, por lo que su pacto no era sólo en defensa del absolutismo, sino también de la religión.
Los principales acuerdos firmados por los integrantes de la Santa Alianza fueron, entre otros:
- Respetar el reparto de territorios que se había hecho en el Congreso de Viena y no hacerse reclamaciones territoriales entre ellos (que en unos años se olvidaría).
- Mantener la vigilancia para impedir las iniciativas revolucionarias liberales en cualquier país de Europa (que se lo tomaron muy a pecho en los primeros tiempos).
- Celebrar periódicamente congresos o reuniones con el fin de adoptar nuevas medidas si fuese necesario (que lo fue). De esta manera, el dialogo y la negociación debían sustituir a la guerra entre las potencias europeas.
- Crear una fuerza armada conjunta lista para intervenir en cualquier país en el que surgiera un intento de revolución liberal contra el absolutismo (que surgió). Se quería evitar con este cuerpo de intervención que se repitiera el caso de la revolución Francesa y aplastar a los revolucionarios antes de que se hicieran fuertes en un país.
La Santa Alianza intervino con éxito en los años 20, ayudando a los reyes de Nápoles, Piamonte y España a sofocar intentos revolucionarios para acabar con su poder absoluto. Después de la intervención en España en 1823, la Santa Alianza fue perdiendo fuerza, porque pronto sus integrantes empezaron a tener disputas entre ellos y las nuevas oleadas revolucionarias por Europa se hicieron demasiado numerosas como para poder frenarlas.
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